Carta a una extraña que conozco bien.
Quizá tu corazón no haya soportado el golpe y hoy de vez en cuando agaches la cabeza y tus ojos se empañen.
Quizá sufras por otro corazón.
Quizás estés mendigando amor de quien no puede ni amarse a si mismo.
O quizás estes leyendo esto ahora y no te des cuenta que te estoy hablando a vos.
Queremos al mismo hombre.
Eso nos conecta. Querramos o no.
¿Sabes? No supe la historia hasta que un pájaro la soplo a mi oído. Es gracioso que no me haya enterado por ninguno de los protagonistas. Lo que quiero contarte es que fue, es y será como siempre lo describíste. Todo.
Tambien que me habla maravillas de vos y admira tu madurez. Y que si, no supiste jugar, el lamenta mucho haberte lastimado. Así como yo lamento tener algo de culpa de tus tardes de nostalgia.
No te apagues a costa de la luz de otros, princesa.
Te rezo aunque para vos sean pavadas.
Cuando te conocí, que me digan que nos parecemos mucho, no me pareció una idea muy descabellada.
Nos vemos en otras letras.
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